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04/01/23
Por Capitán Tolstói
Un suspiro largo y sonoro. Un momento de sorpresa quizá. Y al final, una duda en el aire, al escuchar el monumental álbum, que abarca casi dos horas y media, que reúne 16 piezas instrumentales, todas llamadas con la misma raíz y luego, simplemente numeradas en orden ascendente. Como esas obras de arte conceptual o abstractas, que se entienden mejor si solo se miran y se disfrutan.
Estamos frente al maremágnum conocido como Ambient 23, del afamado músico Moby. Quien previamente, ha construido una sólida carrera creando música que camina entre la vanguardia y los beats y riffs de la música popular occidental.
Dueño de un sello personal distinguible entre sus símiles, Moby ha conseguido una creación llena de belleza y emotividad, con apenas unos cuantos acordes en cada una de las partes de su reciente producción.
Al mismo tiempo, ha declarado que, Ambient 23 es una obra para combatir la ansiedad del músico, en primer grado y en un segundo, también la de su público.
Inspirado por sus héroes musicales, como Brian Eno y Jean-Michel Jarre, El músico discurre entre ambientes generados por máquinas, que hacen flotar de vez en cuando una tímida melodía. Una delicada y modesta producción, corona una tardía colección de música experimental, totalmente apta para insertarse en películas o documentales.
Honestamente, no sé si en realidad esta nueva entrega de Moby, consiga combatir la ansiedad. Pero estoy seguro que, definitivamente me recordó el álbúm Oxigene de Jarre. El impacto del contraste entre la música tranquila, a veces alegre y la portada, con un cráneo humano que subyace al interior de un globo terráqueo, aún mantiene su huella en mi memoria. Y Moby ha logrado ponerme de buenas solo por eso. De alguna forma, me trajo un episodio lejano al presente y con ello también reconozco la versatilidad del artista.
Hace poco más de un año, Moby nos presentaba un recopilatorio en colaboración con Deutsche Grammophon, con arreglos orquestales que ensalzaron con majestad sus viejas canciones. El álbum Reprise, quizá solo tenga en común con Ambient 23, que ambos suenan bastante cinematográficos. Es posible imaginar secuencias diferentes de una misma película, al escuchar alternadamente, las piezas de una y otra producción.
La duda que Moby me deja es ¿acaso nunca se equivoca? Si bien, Ambient 23 no me parece una producción para primer contacto con el artista, veo que ha trabajado arduamente para conseguir estas plácidas secuencias que ululan lentamente. Te sugiero mucho que le des una oportunidad al álbum y créeme, si te duermes a la mitad, creo que puede funcionar como un gran halago para el autor. Quien al final, está ofreciendo una herramienta para la paz interior.
Gracias Moby. Que la música triunfe.